miércoles, 24 de agosto de 2011

Dos libros que me han entusiasmado

No es común para mí dedicarme a hacer recensiones de aquellos libros que leo, ni siquiera cuando me gustan. No obstante, he tenido la oporunidad de leer dos libritos últimamente que me han entusiasmado: Vidas de los santos padres de Mérida (introducción, traducción y notas de Isabel Velázquez, de Ed. Trotta), y Principles and elements of medieval church architecture in Western Europe (de M. H. Claude, L. Stefanon y Y. Zaballos).

Del primero de ellos destaco principalmente el estudio tan erudito y brillante que hace la Dra. Velázquez, que en absoluto se hace pesado de leer o farragoso por la complejidad de su desarrollo.



Del segundo de estos libritos, el estudio tan minucioso y sistemático de los sistemas constructivos empleados en la Edad Media, con el apoyo de una información gráfica verdaderamente espléndida. La lástima es que no pudiera encontrar este título en castellano, sino en inglés (lo cual, en sí tampoco es que sea ningún problema).


miércoles, 20 de julio de 2011

HIC SVNT. Narración de un sueño.

No había salida, habíamos llegado casi de milagro y habíamos recorrido durante horas el laberinto de pasillos, estancias, criptas... rampas arriba y abajo cuando lo encontramos. Estaba semienterrado en el pavimento de tierra y cubierto por el polvo, abierto, con el lomo hacia arriba y algunas páginas dobladas (tal y como si se le hubiera caído a alguien de las manos hace siglos).

Por lo demás, la estancia no difería en gran cosa de las cientos de otras que conformaban aquella inmensa red de catacumbas: paredes de adobe, bóvedas de arista sostenidas por postes de mampuesto, y suelos de tierra apenas prensada... algunos nichos excavados en las paredes de las pocas capillas que tenían alguna pared de caliza... A veces, resonaba el eco molesto de huesos triturados bajo alguna de nuestras pisadas, porque allí no sólo estaban los restos debidamente colocados en enterramientos de quien quiera que se tratase; también había que ir rodeando los esqueletos consumidos y andrajosos de otros que no gozaron del honor de honras fúnebres, y se quedaron según la Parca les fue encontrando.

Olor a polvo y a humedad, a moho y a osamenta seca que algún día había estado viva se mezclaban con el tacto áspero y pegajoso de huesos viejos cubiertos de harapos de telarañas (telarañas deshabitadas también desde mucho tiempo atrás).

Lo alcé del suelo y comencé a hojearlo a la luz palpitante de la tea...

-Está en latín, a ver el título... no se lee bien, pero aquí empiezo a ver algunas palabras... hic circulus potentiae deios antiquos...

-No es prudente leer en voz alta estas cosas, me intranquilizan...

-... hic filiam... no se ve bien, está desvaída la tinta... quo lucum inter mundos tenet..., quo potentia... damnum hic vitat... es difícil de entender algunas palabras... -seguí.

A pesar de la pobre luz con que nos alumbrábamos, pude contemplar que se trataba un volumen extraño, en el que el texto parecía mutar según era leído; y en algunas páginas, diagramas y dibujos diversos, como de marcas parecidas a sellos, fluían componiendo figuras cabalísticas y complejas composiciones gráficas. Otros dibujos, como de difuntos, parecían irse conformando según se acercaban hacia el final del libro de forma parecida a verdaderas fotografías... Otras eran como de tejidos y diversas partes del cuerpo humano diseccionadas para utilizarlas con diferentes fines.

Mientras, yo seguí recitando algunos párrafos que me llamaban especialmente la atención, como si fueran ellos mismos los que me invitaran a recitarlos...

-Me dan miedo estas invocaciones... -dijo con la voz temblorosa mientras se alejaba unos metros para examinar el resto de la estancia, donde otros vestigios denotaban que allí habría tenido lugar, mucho tiempo atrás, ceremonias... o algún tipo de rituales para nosotros desconocidos.

Imprudentemente y desoyendo su recomendación, seguí balbuceando aquellas líneas, a veces ininteligibles, -... hic tempus ut tempus est, hic lucum ut lucum est, hic diem ut diem est, in limen inter mundos habito, ante velo mysteriorum quo senex dierum in mea traiectione, magna mater, hanc creaturam salis et omnes ludioria de hic eat et terrae... creo que empiezo a entender el sentido de este texto, -recuerdo que dije totalmente absorto en la recitación de aquellas palabras malditas, -... semper terra benedicta memorem, suas multas formas et conditiones. Spiritum impurum tamquam phantasmate...

El libro me había hechizado y no podía levantar los ojos del mismo. Estaba preso de él y de cuanto en él había. De hecho, recuerdo haber seguido recitando una suerte de conjuros sin necesidad de ir leyéndolos. Un triple disco dorado con letras grabadas comenzó a girar en una de las páginas formando multitud de combinaciones de palabras que apenas tenía tiempo de comprender y, sin que yo interviniera de ninguna otra forma, el libro se abrió por sí mismo por otro pasaje. Se trataba de un intrincado dibujo. Era una composición en dos niveles, en cuya parte superior destacaba un triángulo en el que se inscribía un círculo; aquel tenía acoladas al exterior de sus lados las palabras Tetragrammaton, Anaphaxeton y Pripneumaton; y en el interior el nombre Michael. Esta parte del dibujo resplandeció y separándose del pergamino se elevó en el aire dando vueltas. Luego, se esfumó.

En nivel inferior, un gran círculo ocupaba la parte central, en cuyo interior se enroscaba una enorme serpiente dispuesta en espiral, sobre cuya piel y en toda su longitud figuraba una inscripción en caracteres hebraicos. Estaban señalados los puntos cardinales e, intercalados, cuatro pentáculos comenzaron a girar tornándose de un rojo intenso haciendo aparecer unas palabras sobre cada uno de ellos. En el centro de la composición y del interior de la serpiente surgieron cuatro estrellas de David conformando un cuadrado central, donde aparecieron y desaparecieron casi instantáneamente las palabras Alpha y Omega. Para entonces, yo había entrado en un estado de trance cercano al paroxismo. No podía parar de leer o recitar, cada vez a un ritmo más frenético.

-¡¡No sigas!! Estoy sintiendo algo y tengo miedo-, me dijo con verdadera angustia, pero yo no podía oírla ya, ni verla, ni nada...

-... de hic et creaturae aeris, semper ignisem sacer memorem intro formae creationis saltat... vocem senis, quo hic ritum essere, circulus clausutur, inter mundos vobis... aspectabilibus et invisibilibus quo...

Y entonces su chillido desgarrado y agudo me hizo levantar los ojos de aquellas páginas y no precisé mirar hacia donde su rostro desencajado y su índice se dirigían con verdadero pánico. Al cerrar el libro haciendo que el polvo saltara de entre sus páginas, me sorprendió mi propia voz jadeante:

-... ¡HIC SVNT!, -y le grité desesperadamente que corriera y escapara mientras veía con mis propios ojos materializarse y tomar cuerpo una serie de sombras, siluetas de seres encapuchados como con hábitos de monjes condenados que ponían sus manos decrépitas sobre ella.


El libro de repente me quemó en las manos lo arrojé al suelo donde los trazos incandescentes de unas letras me desvelaron el título que había escrito sobre la cubierta: Lemegeton vel Clavicula Salomonis Regis; y un fuerte olor a azufre en un ambiente de aire repentinamente caliente inundó todo... Un estruendo de gritos y alaridos, truenos y acordes de músicas disonantes, aullidos de bestias y otros engendros infernales me obligó a taparme los oídos para no escuchar aquella sinfonía dolorosa, mientras veía procesionar ante mis ojos miríadas de almas en pena, ángeles caídos, espíritus deformes y otras criaturas que aún hoy soy incapaz de describir.

Lo peor, con diferencia, era la opresión que sobre el pecho estaba experimentando, un vacío infinito y desesperanzado, como si el corazón se me hubiese secado, y que me dejaba absolutamente a merced de una fuerza cuya procedencia no podía identificar, negra, densa, presa de todas las iras y del odio más siniestro que podría imaginar...

*** *** ***

-¿Cómo escapamos de allí? No lo sé... Supongo que en algún momento perdí el sentido... Supongo que en algún lugar de mi corazón encontré un resto de amor y esperanza... Supongo que la fe en Dios lo hizo... más bien tengo esa intuición y el deseo de que fuera así. Creo que, en realidad, esto es lo único que nos salvó. Ahora, después de tanto tiempo preso de aquel terrible recuerdo, estoy en paz.


martes, 17 de mayo de 2011

Wie ich dich liebe? (con dedicatoria)

Wie ich dich liebe? Laß mich zählen wie.
Ich liebe dich so tief, so hoch, so weit,
als meine Seele blindlings reicht, wenn sie
ihr Dasein abfühlt und die Ewigkeit.

Ich liebe dich bis zu dem stillsten Stand,
den jeder Tag erreicht im Lampenschein
oder in Sonne. Frei, im Recht, und rein
wie jene, die vom Ruhm sich abgewandt.

Mit aller Leidenschaft der Leidenszeit
und mit der Kindheit Kraft, die fort war, seit
ich meine Heiligen nicht mehr geliebt.

Mit allem Lächeln, aller Tränennot
und allem Atem. Und wenn Gott es giebt,
will ich dich besser lieben nach dem Tod. 

R. M. Rilke (1908)


... porque hoy es un gran día.